Existe un consenso unánime en cuanto a que los derechos humanos de las personas privadas de libertad deben ser respetados. De la misma forma, es de conocimiento común que, en la gran mayoría de las cárceles del mundo, la dignidad humana de las personas no es respetada. La cuestión que queda delante de esa contradicción es por qué razón la dignidad de los encarcelados sigue siendo violada, a pesar de todo el desarrollo de la doctrina de los derechos humanos.
La dignidad humana de los presos es frecuentemente violada en las prisiones, a pesar del consenso sobre la importancia de respetar los derechos humanos de todos los individuos.
La pena de prisión, en su forma actual, falla en resocializar a los presos y prevenir futuros crímenes.
Las condiciones precarias en las prisiones, como la superpoblación, la falta de higiene y la violencia, contribuyen a la deshumanización de los presos.
La lógica punitiva del sistema carcelario ignora la dimensión ética de la alteridad, tratando a los presos como “otros” que no merecen respeto o consideración.
Es necesario repensar el sistema carcelario, enfocándose en la resocialización y la humanización de los presos.
La pena de prisión debe ser utilizada como último recurso, y solo para crímenes graves.
Deben ser implementadas medidas que garanticen el respeto a los derechos humanos de los presos, como acceso a la educación, salud y trabajo.
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